Los padres deben saber que existen causas (normales y anormales) y hábitos alimentarios malos que conducen a la falta de apetito de sus hijos.
Normalmente existen etapas de crecimiento y desarrollo lento en los niños que conducen a una disminución del apetito en vista que, en dichas etapas, no necesitan gran cantidad de energía ni de nutrientes para crecer. Generalmente esto ocurre en el período preescolar y escolar temprano y por lo tanto los padres de familia, de no mediar otro síntoma, deberían mantenerse tranquilos.
Lo opuesto ocurre cuando sin ninguna razón aparente el niño, súbitamente o progresivamente, deja de comer lo acostumbrado. En estos casos hay que investigar la causa que, generalmente, son enfermedades infecciosas o de otro tipo que, iniciamente, son poco o nada sintomáticas. Se acompaña por un estancamiento o baja de peso que puede llevar a la desnutrición. En estos casos hay que determinar la causa y tratarla para que el niño recupere el apetito y su peso.
Por último, los malos hábitos alimentarios ocasionan la mayoría de estas consultas. Nosotros, los padres, acostumbramos a nuestros hijos a ingerir "alimentos" no nutritivos y a deshoras que condicionan llenura y falta de ganas para ingerir los alimentos adecuados a las horas habituales (desayuno, almuerzo y cena). El hambre es una respuesta fisiológica (normal) a la disminución de la glucosa (azúcar) en nuestra sangre y si antes que esto suceda comenos o hacemos comer a nuestros hijos, por salir del paso, algo; el nivel de glucosa se mantendrá en un nivel que no provocará hambre y por lo tanto nuestro hijo no tendra apetito o ganas de comer.
Entonces, inicialmente, debemos mejorar lo hábitos alimentarios de nuestros hijos y después pensar en "tónicos" estimulantes del apetito.
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